“Pisotearon el honor nacional y mancharon los colores de Italia. No toleraré esa humillación en el campo”. Con estas palabras, pronunciadas con voz firme y mirada llena de indignación, el presidente de la FIGC, Gabriele Gravina, sacudió todo el panorama del fútbol italiano. El número uno del fútbol italiano, visiblemente furioso, ordenó al comisario técnico Gennaro Gattuso excluir inmediatamente a tres jugadores de la lista de la selección nacional, entre ellos dos pilares del Inter de Milán y una estrella del Napoli. Una decisión repentina y muy dura destinada a dejar una profunda huella no sólo en el vestuario azzurri, sino en toda la Serie A.
Según fuentes cercanas a la Federación, el episodio que dio origen a esta medida extraordinaria se produjo durante la retirada de la selección nacional en Coverciano, pocos días antes del partido amistoso contra Alemania. Se dijo que los tres jugadores involucrados se comportaron de una manera considerada “gravemente ofensiva” hacia los símbolos de su patria. Durante una velada privada, inmortalizada por un vídeo filtrado posteriormente a los medios de comunicación, los jugadores habrían pronunciado frases irrespetuosas hacia el himno y la bandera italiana. La grabación habría llegado directamente al escritorio del presidente Gravina, quien, tras verla, habría reaccionado con inmediato desdén.

La decisión de Gravina, comunicada personalmente a Gattuso durante la noche, sorprendió a todo el cuerpo técnico. El comisario técnico intentó mediar, pero el presidente se mantuvo firme: “Quien viste la camiseta azul representa al pueblo italiano. Y quien no es digno de ella, nunca más volverá a pisar el campo bajo esa bandera”. Palabras duras, que reflejan la gravedad percibida del incidente y el deseo de la FIGC de restablecer la disciplina y el respeto dentro del equipo.
El impacto de la noticia fue inmediato. A primera hora de la mañana, los principales diarios deportivos –La Gazzetta dello Sport, Corriere dello SportmiTuttosport– dedicó las portadas a la historia, hablando de un “terremoto azul”. Las hipótesis sobre los nombres de los tres excluidos se multiplican, pero ninguna fuente oficial ha confirmado aún sus identidades. Sin embargo, el rumor de que dos jugadores del Inter y un Napoli están involucrados ha provocado acaloradas reacciones entre los aficionados de los respectivos equipos.

Mientras tanto, el ambiente en Coverciano se ha vuelto tenso y pesado. Algunos compañeros se habrían solidarizado con los jugadores excluidos, alegando que el episodio había sido “exagerado por los medios de comunicación”, mientras que otros habrían aprobado la línea dura del presidente, subrayando la importancia del respeto de los valores nacionales. Gattuso, por su parte, prefirió no hacer declaraciones, pero dice estar triste y preocupado por la pérdida de tres elementos fundamentales a pocas semanas del inicio de las eliminatorias europeas.
Ni siquiera el mundo político permaneció indiferente. Algunos parlamentarios elogiaron la decisión de Gravina, calificándola de “un gesto de valentía y coherencia en defensa de los símbolos de Italia”. Otros, sin embargo, criticaron la falta de transparencia y pidieron a la FIGC que aclarara los detalles del incidente para evitar especulaciones y tensiones innecesarias. Mientras tanto, en las redes sociales el hashtag #OnoreAzzurro se ha vuelto viral, con miles de mensajes expresando enojo, decepción y, en muchos casos, orgullo por la firmeza mostrada por el presidente federal.

A nivel deportivo, las consecuencias podrían ser graves. La selección nacional tendrá que reorganizarse en un tiempo récord, buscando recambios adecuados para no comprometer la competitividad del grupo. Los analistas creen que la elección de Gravina, aunque justificada desde un punto de vista ético, podría tener importantes repercusiones técnicas. “Es una lección de disciplina, pero también un enorme riesgo deportivo”, comentó el ex entrenador Cesare Prandelli a los micrófonos delDeportes Rai.
Lo que es seguro es que esta crisis marca un punto de inflexión. La FIGC quiso enviar un mensaje inequívoco: nadie, ni siquiera los campeones más aclamados, está por encima del honor nacional. Y si las palabras de Gravina – “No toleraré esa humillación en el campo” – resuenan como una advertencia, también representan el intento de reafirmar un principio fundamental: vestir la camiseta azul es un privilegio que debe ganarse con respeto, dedicación y amor por Italia.